¿Por qué utilizamos pijama para dormir?

Ene 31, 2020 | CONSEJOS, DESCANSO

Hay un chiste popular, surgido probablemente durante la década de los noventa, que se preguntaba lo siguiente: “¿por qué Espinete va desnudo durante el día y se pone un pijama para dormir?”. Un divertido chascarrillo asociado a la cultura pop con más contenido del que imaginamos. Porque el pijama siempre ha estado ahí. Nos ha acompañado desde pequeños, cuando pedíamos a nuestras madres que nos pusieran ese de dinosaurios, de princesas Disney o de balones de fútbol que tanto nos gustaban. Luego, en la adolescencia, dejamos de darle importancia. Era algo que nos regalaba algún pariente lejano en Navidad y nos parecía lo más soso del mundo. Y como en todo ciclo vital, crecimos, maduramos y volvimos a darle trascendencia. A escoger las últimas tendencias o, en un guiño a nuestra infancia, el de algún superhéroe. Toda una progresión paralela a nuestras vidas pero que no nos empujaba a preguntarnos: ¿de dónde sale el pijama?

Breve historia del pijama

Probablemente ya lo suponías debido a la etimología de su nombre. Derivado del vocablo hindi y persa paejama, el pijama nació en el antiguo Imperio Otomano. Mientras los hombres y mujeres de la época utilizaban largos camisones de lana o terciopelo y que se abrochaban en su parte frontal desde el cuello hasta los pies, en lugares como Persia hacían gala de los mencionados paejamas. Estos no eran otra cosa que una especie de pantalones holgados, fabricados con textiles suaves, que facilitaban el confort, la transpiración y, por ende, una mayor libertad de movimientos a la hora de dormir.

Fue a partir del siglo XVIII cuando Inglaterra, país colonizador de la India, importó a su territorio el uso del pijama. Y lo hicieron al 100%, incluyendo las estéticas que portaban esas prendas para dormir (detalles, ornamentación, etc.) Sin embargo, y de manera progresiva, la sociedad anglosajona lo fue evolucionándolo, dejando de ser una prenda unisex para bifurcarlo en modelos masculinos y femeninos. Y, por supuesto, sólo apto para las clases altas.

A partir del siglo XX, partiendo del afán colonizador de los ingleses y su vasto Imperio Británico, el uso del pijama se fue universalizando, incorporando cada lugar sus peculiaridades basadas en el clima y las costumbres sociales.

¿Existen diferentes usos y materiales?

Nos situamos ya en pleno año 2020. Aunque podríamos decir que la evolución del pijama no ha sido muy profunda, si encontramos ciertas connotaciones que la entroncan con la sofisticación de nuestra sociedad actual. Es por ello que su principal revolución radica en el hecho de que lo hemos convertido en una prenda mucho más fashion que ya no huye de las modas. Pero más allá de los diseños y los estampados que oscilan entre temáticas pop o simples dibujitos, el uso del pijama no ha variado nada respecto a esos paejamas que usaban los persas: sirven para mejorar la calidad de nuestro descanso.

Un pijama ha de ser cómodo, transpirable y de tacto suave. Lo utilizamos en parte por cuestiones higiénicas y si algo tenemos claro es que ni nos puede hacer sudar ni podemos optar por aquellas prendas que nos provocan rozaduras. Estos indicadores nos transportan a elegir pijamas de manga larga para las noches invernales y manga corta para un uso estival.

Hay que considerar a esta prenda un miembro más de nuestro equipo de descanso, por lo que deberemos escoger el que más nos interesa con el mismo mimo y detalle que lo hacemos a la hora de comprar un colchón, una almohada o un soporte. Y en el caso del pijama nos fijaremos en el tipo de tejido con el que se ha confeccionado, huiremos de ornamentaciones innecesarias (botones o cremalleras) y nos centraremos en que sea el protector más adecuado entre tu colchón y tus sábanas.