Por qué todos necesitamos un tiempo de desconexión

Jul 15, 2020 | CONSEJOS, DESCANSO

Lo puedes tomar como un hecho semanal, como algo mensual, para practicarlo cada cierto número de semanas y meses o, como mínimo, una vez al año. Pero independientemente de su periodicidad, hablamos de algo que debería ser obligatorio. Es el tiempo de desconexión, esa fase tan necesaria donde tenemos que pasar de las obligaciones diarias para dedicarnos a nosotros mismos, a nuestra salud y a nuestro descanso.

Los tres puntos más importantes que deben llevarte a la desconexión

 A pesar de lo tópico y lógico que nos pueda sonar eso de desconectar, rara vez lo conseguimos. Por un lado, la sociedad contemporánea se las ha apañado para impregnar de mayor velocidad al tiempo actual. Es decir, el ritmo de nuestras vidas se ha acelerado tanto, que apenas nos permitimos unos momentos para digerir lo que estamos viviendo. Esa nulidad a la hora de procesar los millones de estímulos externos, acaban produciendo mayores niveles de estrés y ansiedad en los humanos, creando así una especie de bucle negativo: cada vez disponemos de menos tiempo, pero, por el contrario, queremos hacer más cosas (y lo peor de todo es que, aun así, las hacemos).

Sin apenas pausas para la reflexión, la introspección y el descanso, nuestro cerebro se convierte en una rueda gigante de hámster que da vueltas y más vueltas sin entender ni los motivos ni la mayoría del paisaje que se observa. Es por ello que tantos miles de personas vuelven de sus vacaciones más estresadas de los que se fueron. O bien no consiguieron desconectar del trabajo (el peligro de portar siempre el teléfono móvil con todas las cuentas de correos sincronizadas), o bien optaron por destinos tan lejanos y exóticos que lo único que consiguieron fue cansarse más físicamente y volver a sus ciudades de origen tan solo un día antes de la temida vuelta al trabajo.

Pero el tiempo de desconexión no es solo sinónimo de verano o vacaciones. Con una buena organización, una agenda como mantra, la suficiente fuerza de voluntad y la capacidad de anteponer la salud por encima de todo, se pueden establecer este tipo de desconexiones con otra periodicidad: una vez por semana (¿por qué no los fines de semana?), una vez al mes o cada cierto número de semanas (o meses).

El problema es que el tipo de vida que hemos aceptado y establecido a día de hoy está presidido por redes sociales, apariencias y una tendencia a convertirnos en superhéroes de la cotidianidad, lo cual nos lleva a cometer un error demasiado común: descansar, desconectar y tomar algo de tiempo para nosotros mismos es lo menos importante de todas las cosas que debemos hacer (o que creemos que hemos de hacer). Con mayor naturalidad y menor sentimiento de culpa, no sería tan difícil ponernos a nosotros mismos en el puesto número uno de la lista de cosas por hacer. Y con ello, abrazaríamos los siguientes tres puntos:

Mejoraría nuestra salud

De sobra es conocido y demostrado que descansar, tomarse unas buenas vacaciones (pero de las de verdad) y desconectar es igual de sano que una dieta equilibrada o el más lógico de los ejercicios físicos. La reducción de estrés y ansiedad alarga nuestra vida ya que reduce las afecciones cardiacas y, por tanto, aumenta nuestra esperanza vital.

Dedicas tu tiempo a la persona más importante de tu vida: tú.

Si trazamos unas buenas vacaciones o un tiempo de desconexión real, la relajación y el disfrute van a ir de la mano. Además de ello, reflexionarás sobre las demás cuestiones de tu vida, jerarquizando así lo que realmente importa y dando un nuevo enfoque vital.

Ganarás en productividad

Tras un tiempo de desconexión (y unas buenas vacaciones), la vuelta a la normalidad es sinónimo de mayor rendimiento, eficiencia y productividad. Por no hablar de los nuevos objetivos y las técnicas para lograrlos.