¿Dormir poco afecta al deseo sexual?

Mar 3, 2021 | PAREJA

Algunos estudios afirman que el mal descanso y dormir poco afecta al deseo sexual. Como está feo señalar o preguntar sobre estas cuestiones, daremos por hecho que vamos a hablar de ello para ayudar a otras personas que no somos ninguno de nosotros.

Hablando más seriamente, el aumento de la ansiedad fruto de la velocidad social con la que hemos impregnado nuestras vidas, ha desembocado en una privación del sueño. Todas las horas dedicadas a nuestros móviles, a Internet, a las redes sociales, son impactos que nuestro cerebro acaba convirtiendo en puntos estresantes. Un estado con el que nos va a resultar complicado mantener relaciones sexuales.

Así es como la privación del sueño acaba afectando a nuestra vida sexual

Ya sabemos que descansar deficientemente no solo nos trae consecuencias físicas, sino también emocionales. Dormir mal es sinónimo de una mala regulación de nuestro estado físico y anímico, lo cual acaba convirtiéndose en una especie de fatiga. Este cansancio atrae derivaciones de todo tipo. Del mal rendimiento laboral o académico al poco apetito sexual.

Este déficit del sueño, cuando se convierte en un problema de largo recorrido acaba aumentando ciertos riesgos. Desde un ámbito más grave, como pueden ser enfermedades cardiovasculares, cánceres y trastornos neurológicos, al ya comentado estado de ánimo.

Un estado de ánimo que será testigo de cambios en nuestra personalidad fruto de la ansiedad o la depresión. En definitiva, problemas que colindan con la salud mental y que tocan puntos tan dispares y más mundanos como las relaciones sexuales. Sí, todo ello fruto de no dormir las 8 horas recomendadas por los expertos.

Aunque nos parezca raro, existe una gran conexión entre el sueño y nuestra sexualidad. Una relación profunda que puede comenzar con algo tan básico como un escenario común: la cama. Si bien es cierto que se puede practicar el sexo en cualquier punto que nuestra imaginación pueda concebir, en la mayoría de los casos se produce en el mismo lecho donde dormimos.

Desde un punto de vista biológico, cuando nuestra mente está estresada y encontramos una privación severa del sueño, el cerebro responde con una disminución de las hormonas sexuales. De repente, tanto el estrógeno como la testosterona se ven superadas por hormonas relacionadas con el estrés. Este cortisol provoca una disminución del apetito sexual, además de problemas de infertilidad o incluso la temida por los hombres disfunción eréctil.

Esta conexión entre el sueño y la sexualidad aparece con mayor frecuencia en las mujeres. Sobre todo si están embarazadas, en situación de postparto o incluso con la menopausia, momentos vitales donde la fatiga, el estrés y la depresión son más visibles.

Además de estas coyunturas que responden a una lógica de origen biológico y científico, existen otras más asociadas a la simple lógica. Cuanto menos dormimos y peor descasamos, nuestro cansancio es más evidente. Disponemos de una energía tan reducida que la práctica sexual se acaba antojando una odisea épica.

Este cansancio suele ser uno de los motivos principales por los que en las parejas el sexo acaba transformado en un actor secundario. Se pierde el interés y, por tanto, las relaciones se pueden ver resentidas. Investigaciones como las publicadas en The Journal of Sexual Medicine así lo atestiguan.

Basada en ciertos exámenes clínicos y una serie de entrevistas, se relacionó que dormir menos de las 8 horas recomendadas provoca una disminución de la excitación sexual. Otro estudio, en este caso el realizado en 2015 por la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan, se determinó que cuantas más horas dormían las personas, mayor interés les despertada el sexo al despertarse.

Si hasta ahora sabíamos que el mal descanso y una deficiencia en la conciliación de nuestro sueño afectaba a la salud, al bienestar y al estado de ánimo, ahora también conocemos que la actividad sexual no es ninguna excepción.