Cómo enseñar a tu hijo a dormir solo

Sep 19, 2020 | CONSEJOS, INFANTIL, MATERNIDAD

Enseñar a tu hijo a dormir solo es una tarea ardua que precisa de mucha pedagogía. Algo que va a requerir la máxima psicología e inteligencia emocional por parte de los padres. Acostumbrados a dormir en la misma habitación que sus progenitores, de pronto los más pequeños de la casa se ven en un nuevo dormitorio donde sus miedos pueden florecer como si fuesen los protagonistas de ‘Monstruos S.A.’. Pero más allá de terrores infantiles, costumbres y regresiones, existen ciertos pasos que ayudarán a convertir en rutina el hecho de acostarse solos.

Consejos para que los más pequeños aprendan a dormir en su propia habitación

Hasta los tres años de edad, hemos tenido tiempo para ir preparando a nuestros hijos ante un hecho que va a resultar de cumplimiento obligado: que duerman solos. A través de concesiones que van disminuyendo de manera progresiva, el colecho ha ido menguando con el objetivo de crear un desarrollo emocional y una independencia entre los más pequeños.

Según dictan expertos en pedagogía y psicólogos, los niños, en una primera etapa, deberían comenzar a dormir en su propia habitación entre los 3 y los 6 meses de edad. Tras esta fase inicial, damos paso a otra que comprende entre los 12 y los 18 meses de edad. En aquí donde aceptaremos algunas concesiones en base al nivel de ansiedad que les puede entrar a los pequeños por el mero hecho de dormir solos. Por último, y ya entre los 3 y 4 años, los niños deberían haber asimilado como algo normal la acción de contar con un dormitorio donde duermen solos y alejados de sus padres.

Para lograr estos pasos, existen diversos métodos. Desde los más agresivos hasta otros más graduales y basados en técnicas conductistas, el único objetivo de todos es lograr que los niños aprendan a dormir solos en su habitación.

En el extremo más agresivo, las técnicas más repetidas entre los padres es el uso de estímulos negativos, castigos o la simple ignoración que buscan soluciones rápidas sin atender a efectos más negativos a medio y largo plazo. Por el contrario, si nos trasladamos a los más efectivos y recomendamos, encontramos el establecimiento de rutinas, el uso del cariño, la paciencia, el sentido común y, por supuesto, los estímulos positivos. Por ejemplo, se puede incentivar a los niños explicándoles que tendrán una habitación más grande y para ello solos. Un sitio donde establecer sus propias reglas y tener los juguetes a mano. Una cama entera para poder leer antes de dormir e incluir algún peluche que les ayude a conciliar el sueño.

¿Qué hacer cuando la situación se complica y se producen regresiones?

A veces ocurre y no hay porque asustarse por ello. Como padres, hemos de entender que se pueden producir regresiones motivadas por las pesadillas nocturnas, el miedo a la oscuridad o incluso el nacimiento de un hermanito. La imaginación se dispara y los más pequeños son capaces de ver monstruos en perchas, sillas o el único y diminuto hueco que se ha producido al dejar un armario abierto. Para ayudar a mitigar estos temores y consolidar su independencia, nada mejor que seguir los siguientes consejos:

– Dejar una luz: A ser posible, indirecta. Os podéis ayudar con pequeñas lámparas, flexos o incluso dejar la puerta abierta y encender alguna que haya en el pasillo.

– El refuerzo de las rutinas: Leer antes de acostarse, hacerlo siempre a la misma hora o darles un beso de buenas noches, son conductas positivas que beneficiarán a los más pequeños.

– Si se despierta por haber tenido pesadillas, no dejar que se pase a vuestra habitación. Es mucho más recomendable quedarse con ellos en su propio dormitorio hasta que se relaje y vuelva a conciliar el sueño.

En el lado opuesto, el de los errores, existen una serie de conductas que pueden provocar refuerzos negativos en el niño:

Mostrar poca paciencia y enfados porque no hay manera de acostarlos y que quieran dormir solos.

– Aceptar sus excusas que lo único que buscan es retrasar el momento de irse a dormir: Llevarles un vaso de agua, dejarles ir al baño una vez más (aunque acaben de ir) etc…

– Acostarse con ellos en la misma cama hasta que concilie el sueño. Al final, acabará dependiendo de este hecho y todo el proceso se ralentizará.