¿Cómo afecta el otoño a nuestro descanso?

Nov 6, 2020 | CONSEJOS, DESCANSO

Las hojas de los árboles cambian de color y comienzan a caer de sus frondosas copas. Los 35 grados veraniegos inician su lento aterrizaje, acercándose día a día al clima frío que nos obliga a sacar abrigos y chaquetas. Aunque no lo asociemos a las dietas, es la mejor estación para adelgazar. Por el contrario, también es la época en la que más se nos puede caer el cabello. Comienza la hibernación de ciertas especies de animales. Se agolpan los días de lluvias y gota fría. Modificamos la hora y, con ello, perdemos horas de luz. Todo ello pasa en la misma fase del año. La estación en la que, de repente, podemos caer en el insomnio. ¿Por qué el otoño afecta tanto a nuestro descanso?

El principal motivo por el cuál podemos dormir peor durante el otoño

Ya has podido observar la cantidad de situaciones y elementos que se ven alterados a consecuencia del cambio de estación. La simple despedida del verano y su sustitución por otoño no solo está asociada a la vuelta al colegio, el fin de las vacaciones, el descenso de las temperaturas y el inicio de miles de proyectos o sueños laborales. No. Por mucho que nos pueda parecer que el propio verano o el invierno con sus propias características tengan mucha más incidencia en nuestro cuerpo y estado de ánimo, otoño también llega con sus propias reglas.

Si por un lado puede venir acompañado de una connotación melancólica, triste y depresiva (tres adjetivos con los que históricamente hemos asociado a la estación simbolizada por la caída de las hojas de los árboles), por el otro, emergen situaciones de calado más físico y medioambientales. Entre el descenso de las temperaturas y el mencionado anteriormente cambio de hora, se crea un estatus muy propicio para ciertos desajustes biológicos. Sin ir más lejos, nuestro reloj interno se altera y, añadido a la vuelta al abrigo, la despedida del bañador o las rutinas laborales, podemos vernos abocados a un mayor riesgo a padecer estrés, ansiedad o depresión.

Este estado de inapetencia que puede provocar mayor riesgo de caer en un estado de ansiedad y estrés recibe el nombre de astenia otoñal. Hablamos de un estado transitorio que solo puede darse durante el otoño y que engloba, más allá de una sensación de apatía o energía, un empeoramiento de nuestra salud en forma de bajada de defensas y menor protección por parte de nuestro sistema inmunológico.

Claro, con todo este caldo de cultivo (astenia otoñal, cambio de hora, vuelta a la rutina, subida del nivel de estrés, climatología irregular, descenso de las horas de luz…), lo más normal es que nuestro descanso pueda verse afectado. Y mucho.

Conocido como insomnio otoñal (otro problema al que la estación cede su nombre), se trata del insomnio producido en esta época del año y motivado por todas las causas ya mencionadas y que podemos sintetizar en tres grandes factores:

– Descenso de las horas de luz natural.

– Temperaturas más bajas.

– El fin del verano (y las vacaciones) y el regreso a la rutina, el trabajo, los proyectos y la presión laboral.

Con estos elementos revoloteando sobre nuestra mente y nuestro cuerpo, nos puede resultar mucho más complicado lidiar con nuestros quehaceres, dejándonos llevar por alteraciones en el estado de ánimo y cierto tipo de trastornos que afectarán a los ritmos circadianos. Y si a toda esta menestra de factores le faltaba algo, entonces es cuando llega la guinda del pastel: el cambio de hora que efectuamos en octubre.

Llegados a este punto, no son pocas las voces discordantes de expertos que claman por una estabilización de los horarios. Con el fin de acabar con esta alteración del estado de ánimo y los trastornos que padecemos para adaptar nuestros ritmos circadianos, desde la Unión Europea ya se estudia la posibilidad de eliminar el cambio de hora en octubre.

Pero mientras nuestros dirigentes estudian esta propuesta, nosotros mismos podemos vencer el insomnio otoñal siguiendo unos hábitos de higiene del sueño como levantarnos y acostarnos a la misma hora, mantener una dieta sana y equilibrada, practicar ejercicio dos o tres veces por semana, ayudarnos de plantas medicinales como la pasiflora o la valeriana, realizar técnicas y ejercicios de relajación o dormir en una habitación que cuente con el equipo de descanso adecuado, escaso nivel de ruidos, poca luz artificial y ausencia total de dispositivos electrónicos.