Aplica la filosofía slow a tu descanso

Sep 12, 2021 | CONSEJOS, DESCANSO | 0 Comentarios

Sin darnos ni cuenta, la vida tranquila que disfrutábamos en décadas anteriores se fue al traste. Paso de manera desapercibida, muy progresivamente y auspiciada por la revolución tecnológica. El ritmo de vida se multiplico por diez, se democratizó la ansiedad y hasta las vacaciones las convertimos en una competición de estrés. Afortunadamente, no todo el mundo ha querido contentarse con este estilo de sociedad y ha ideado un tipo de filosofía llamada slow que incluso puedes aplicar a tu descanso.

¿En qué consiste la filosofía slow?

Dicen que se originó en los años 80. En respuesta a un nuevo restaurante de comida rápida que abrieron en el centro histórico de Roma. En concreto, en la Plaza de España. Y lo que empezó como un rechazo a un tipo de servicio fast food, acabó impregnando todo un estilo de vida. Un movimiento al que llamaron slow (lento) y que, además de la restauración, también abarca la moda, el consumo o el descanso.

En su definición más básica, esta filosofía slow lo que defiende es una especie de carpe diem. Disfrutar del momento, vivir el presente, saborearlo y tomarse el tiempo necesario para todo. Es decir, una corriente cultural para promover bajar varias marchas nuestra actividad social, laboral y familiar. Dejar un poco de lado la tecnología, las redes sociales, el postureo y el querer hacer todo sin complacerse por ello.

Como la filosofía slow comenzó por el campo de la alimentación, el primer sector al que se le aplicó fue el de la restauración. Pero, de manera progresiva, se fue ampliando para pasar de la gastronomía a cualquier elemento que el ritmo de vida occidental nos obliga a vivir.

La vida lenta también puede aplicarse a las relaciones sociales (cuidar la amistad duradera) y se puede manifestar de muy diversas formas:

– Hacer de cada día una aventura y salir de la rutina.

– La meditación nos ayudará a mantener la calma y menguar la ansiedad o el estrés.

– Olvida los dispositivos tecnológicos y viaja sin horarios.

– Disfruta del momento, explorar nuevos lugares, personas y situaciones.

– Frena tu ritmo de vida, abraza la introspección, conócete a ti mismo.

¿Se puede aplicar la vida lenta y la filosofía slow al descanso?

Ya has podido comprobar que la principal premisa del movimiento slow empieza por una desaceleración del ritmo de vida. Obviamente, esta cultura invita al descanso. Un factor fundamental para nuestro cuerpo y un pilar de la vida saludable.

Para impregnar tu sueño de la filosofía slow, es importante que primero hayas abrazado este movimiento en todos sus aspectos. Si consideras que cumples con este requisito, es el momento de aplicarlo a tu descanso.

Decora tu habitación

¿Por qué no empezar por lo más superficial? Pinta las paredes con tonos suaves y cálidos, deshazte de elementos perturbadores y que no casen con el ritmo de vida lento. Cambia las bombillas para que la iluminación no sea tan potente y aleja del dormitorio cualquier dispositivo electrónico.

Nada de cenas copiosas

Tiene toda la lógica del mundo que, si la filosofía slow se originó por la gastronomía, promulgue una cena ligera, sana y equilibrada.

No te acuestes muy tarde

Parte de los problemas de ansiedad y estrés que padecemos hoy en día, es porque el ritmo de vida actual nos empuja a dormir poco. En lugar de quedarte hasta la 1 de la madrugada viendo una película, acuéstate pronto y disfruta del mero placer de dormir.

Ayúdate de música o sonidos relajantes

Para ralentizar el ritmo y bajar un par de marchas, ¿qué mejor que ayudarnos de música relajante o sonidos del mar? Eso sí, nada de heavy metal o música estridente. Ha de invitar al descanso: chill out, jazz, pájaros cantando…

Las preocupaciones no entran en el dormitorio

Otro de los aspectos que más ha perjudicado nuestra vida es el estrés. Hoy en día casi resulta imposible desconectar porque incluso nos ponemos a mirar los emails de trabajo desde la cama. A partir de ahora, deja las preocupaciones fuera de la habitación y saborea cada momento, incluyendo el mero hecho de taparte con las sábanas.